lunes, 13 de octubre de 2008

Habían hojas amarillas en el parque, si, las había. Sintetizaban minimamente el cambio de estación que se acercaba, un centenar de flores saltando divertidas entre los pastisales aún quemados por la helada. Había un banco, esos blancos que por la lluvia y el frio perdía raudamente su color, su gracia. El silencio abundaba en grandes cantidades, como los maíces recién recojidos de la primer cosecha del año. Era todo más que tranquilidad hasta que siempre por cuestión de "dios sabe qué..", algo irrumpió aquella calma. Con qué rapidez las cosas se vuelven turbias y cada pedacito o migaja de paz se convierte en el infierno más oscuro que hasta el propio Lucifer estaria dispuesto a huír en cuanto pudiese. Hablando de infiernos, hoy presentí que tenía cerca la necesidad de enterrarme a las tinieblas y me acorde de la paz del parque que hacía que mi purgatorio se convirtiera en un color grisaceo, como queriendose aclarar. Los recuerdos que invadcn la mente son capaces de tergiversar los sentimientos, aún asi el pecho se sienta congestionado y que las lagrimas, por mas fuerza que los ojos hagan, no quieran desprenderse de ese tenebroso sentimiento que invade la calma, se entierra en el infierno y vuelve a resurgir en un pastisal, con flores saltando, con bancos vacios, con cosechas de maíces..

1 comentario:

Neezah dijo...

Muy copado posta, me re llego u.u