lunes, 24 de septiembre de 2007

Once minutos

El dolor conduce al placer.

- Es muy facil acostumbrarse a él, es una droga poderosa, Está en nuestra vida cotidiana, en el sufrimiento escondido, en la renuncia que hacemos y culpamos al amor por la derrota de nuestros sueños. El dolor asusta cuando muentra su verdadera cara, pero es seductor cuando se viste de sacrificio, renuncia. O cobardía. El ser humano, por mas que lo rechace, siempre encuentra alguna manera de estar con él, de enamorarlo, de hacer que sea parte de su vida.
- No lo creo. Nadie desea sufrir.
- Si consigues entender que puedes vivir sin sufrimiento, ya es un gran paso, pero no creas que otras personas van a comprenderte. Sí, nadie desea sufrir y aun así, casi todos buscan el dolor, el sacrificio, y se sienten justificados, puros, merecedores del respeto de sus hijos, de sus maridos, de los vecinos, de Dios. (...) lo que el mundo no es la búsqueda del placer, sino la renuncia a todo lo que es importante.
¿ El soldado va a la guerra a matar? No: va a morir por su país. ¿Le gusta a la mujer mostrarle a su marido lo contenta que está? No: quiere que él vea cuánto se dedica, cuánto sufre para verlo feliz. ¿Va el marido al trabajo pensando que llegará a su realización personal? No: está dando su sudor y sus lágrimas por el bien de la familia. Y así sucesivamente: Hijos que renuncian a sus sueños para alegrar a sus padres; padres que renuncian a sus vidas para a los hijos, dolor y sufrimiento que justifican aquello que debia proporcionar simplemente alegria: amor.
- Para.
Y Ralf paró.

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